Protagonistas

“Quiero mostrar un dolor desde un prisma que no suele verse con frecuencia en el cine”

“Quiero mostrar un dolor desde un prisma que no suele verse con frecuencia en el cine”

Protagonista Gemma Blasco

19.03.2025

Gemma Blasco debuta en Sección Oficial con un crudo relato que explora desde la oscuridad el trauma de una joven tras una violación

TAMARA HARILLO

Usted ya conoce este Festival, al que ahora viene con ‘La furia’. ¿Cómo asume este reencuentro en concurso?

Estamos agradecidas porque, además, aquí en Málaga estuve con mi corto ‘Jauría’. Siempre había quedado algo pendiente como de “wow, ojalá en un futuro en la Sección Oficial con un largo”, así que parece que se cierra el círculo y esto me hace muy feliz.

Participa con su primera película de ficción. ¿Nos habla de ella?

‘La furia’ cuenta la historia de Alexandra, una joven actriz de Barcelona. Una noche de fin de año, en una fiesta en casa de una amiga, una persona la encierra en la habitación y la viola. A partir de ahí, la película sigue cómo ella va gestionando ese trauma y el dolor que surge de ello. Encuentra en el teatro una manera de canalizar todo eso, al ser elegida para interpretar el personaje de Medea. A la par, su hermano Adrián, en quien ella confía, la cuestiona, toma decisiones por su cuenta y se adentra en un camino oscuro. La película muestra cómo estos dos polos van chocando.Para mí, la película no es una historia de superación, sino que se centra en desglosar el trauma y la oscuridad que éste genera.

Usted la ha definido como “una venganza creativa”. ¿Era importante explorar la historia desde una óptica alejada de la resiliencia y la recuperación?

Sí, totalmente. Lo que ella hace, canalizar su dolor a través del teatro, es un poco lo que he hecho yo con la película. Creo que las artes son un canal increíble para explorar mucho dolor y oscuridad que, por los constructos sociales, no siempre nos permitimos expresar. Me interesaba mucho explorar ese camino. Además, la película está inspirada en una agresión que sufrí a los 18 años. Fue diferente, claro, la agresión y el entorno familiar no son los mismos, pero la oscuridad y la violencia que despertaron en mí son las emociones que quería trasladar al cine. No lo hice como una catarsis, no fue terapia para mí, pero sí que encontré sentido a muchas cosas a través de la película. Quería mostrar la oscuridad y el dolor, esa violencia desde un prisma que no se suele ver con frecuencia en el cine. Creo que se habla más del proceso de superación de las mujeres como supervivientes, pero este discurso lo tenemos ya muy manido.

 También propone esta reflexión en la historia, ya que nos muestra la manera en que la sociedad dictamina cómo debe sentirse o actuar una víctima, ¿no?

Para empezar, creo que lo hemos categorizado mucho desde un lugar muy frágil y en realidad a mí la palabra víctima también me dignifica, valida lo que yo he vivido. Entonces, la historia no se centra tanto en desmontar la idea de víctima, pero definitivamente muestra cómo no hay una respuesta única ni perfecta. Ella no es la víctima ideal que la sociedad espera, no quisimos nunca hacerla una especie de heroína ni darle tanta fragilidad. La película se basa más en cómo lidiar con el trauma.

¿Y por qué cree que, a pesar de que muchas tramas giran en torno a este tipo de violencia, el cine no refleja esta visión concreta?

Muy excepcionalmente me he encontrado retratos en los que yo realmente me haya sentido identificada en el proceso traumático de la protagonista. Cada agresión es un mundo y cada víctima también, es hora de que reflexionemos también sobre esto. Pero hay algo común en las víctimas de violencia sexual y en sus traumas que yo normalmente lo he percibido desde un lugar como panfletario, especialmente en las películas dirigidas por hombres. No todas, por supuesto. Pero creo que usan la violación como una excusa para contar una película que va de otra cosa, es decir, utilizan la violencia contra nosotras como un motor narrativo, sin acompañar a ese personaje. Y después también lo he visto desde una óptica muy blanqueada, muy romantizada, presentando a una mujer pura que es mancillada. Entonces también hay que plantear esta furia que las mujeres llevamos dentro y sacarla en pantalla.

La actriz Ángela Cervantes lleva el peso de la trama. ¿Qué tal el trabajo con ella?

Fue maravilloso. Ángela es una actriz increíble, generosa y fácil de trabajar con ella. Además, somos amigas desde el instituto. Ella estuvo a mi lado en mi proceso cuando tenía 18 años y me acompañó. Siempre supe que sería ella quien interpretaría el papel, ya que la había visto actuar en teatro, y sabía que era perfecta para el rol. Durante el rodaje, fue muy bonito porque ambas estábamos concentradas en hacer que el trabajo de la otra fuera lo mejor posible. Eso fue un verdadero acto de amor. No tengo palabras para agradecerle lo que ha hecho con este personaje.

Antes de este largo, había rodado cortos y una película experimental. ¿Le ha costado levantar este proyecto?

Para mí ha sido un avance importante, no solo pasar del corto al largo, sino dar el salto a la industria, esto es, hacer una película con presupuesto en términos  industriales y profesionales. Y eso da mucho vértigo, la verdad. Sientes mucha presión, pero también mucha gratitud. Así que por un lado, te sientes muy privilegiada de ver algo que has estado escribiendo en casa, algo que empieza a crecer cada vez más, y dices: “Uf, esto tiene que salir bien”. Pero por otro, también sientes la responsabilidad, porque hay mucha gente que lucha por sacar adelante sus películas y no lo consigue. Eso sí, el dinero lo cambia todo. Te da más espacio para trabajar y desarrollar el proyecto, hacer tu función como directora sin estar apagando incendios de producción. Ha sido un placer.

Por último, Gemma. ¿Cómo espera que el público reciba su propuesta?

Creo que puede generar ciertos debates, o al menos abrir conversaciones. Quiero que la gente vea que hemos hecho una película en la que no solo importa el mensaje, sino también el cómo lo contamos. Hemos querido que sea una experiencia cinematográfica, con sus aciertos y errores, pero que, al final, sea una experiencia completa. 

‘La furia’

Tras ser violada en fin de año, Alex busca refugio en su hermano Adrián. Pero él, consumido por la rabia, sigue un camino cada vez más oscuro. Su reacción los aleja y ella canaliza el dolor a través del teatro, interpretando al vengativo personaje de Medea.

MIÉRCOLES 19 TEATRO CERVANTES 20.00 HORAS