Protagonista Carlos Armella
Carlos Armella acude con un simbólico relato sobre el peso del pasado en el que un hombre busca la redención en su travesía por un México herido de guerra
TAMARA HARILLO
Presenta un largo de ficción basado en un hecho histórico, la Guerra Cristera de México. ¿De dónde nace la idea de ‘El diablo en el camino’?
En mis 20 años de carrera me he dedicado tanto al cine documental como de ficción. Pero desde siempre me ha gustado escribir, me interesan estos mundos ficticios, y creo que la historia de ‘El diablo en el camino’ nace de mi admiración por novelas de estos autores mexicanos de la primera mitad del siglo XX, como Juan Rulfo, Elena Garro o José Revueltas, que escribieron a través del realismo mágico sobre esta época de la Revolución Mexicana. Me interesaba este periodo que dejó al país en la miseria, en la desesperanza. Y luego viene esta guerra que está ligada a la fe. El guion de esta película en realidad nació hace más de 20 años, pero se fue guardando, se fue modificando y fue evolucionando en estos años hasta que llegó el momento de poder realizarlo.
El protagonista, Juan, es un personaje con un pasado complejo. Fue mercenario y luego pierde a su hijo. ¿Cómo construye la psicología de este hombre atrapado entre la violencia y el remordimiento?
Justamente el personaje de Juan se delinea por su contexto. Es un hombre que se une al ejército para andar en la matanza. Muchos de estos mercenarios también eran hombres católicos, pero que obviamente faltaban a su ética. Entonces varios años después, cuando ya es padre de familia, llega su penitencia, como Abraham o Job en estos pasajes de la Biblia, que le entregan a Dios lo más valioso que tienen, sus hijos. La psicología de este personaje está construida de la mano con el actor Luis Alberti, que ha recorrido en sus zapatos este viaje tortuoso, pero al final encuentra una especie de nueva luz.
¿Qué simbolismo adquiere el ataúd que carga Juan, un elemento tan potente visualmente?
La idea del hombre con un ataúd a cuestas a través de un paisaje devastado fue la primera imagen que vino a mi cabeza y que dio origen a esta historia. Juan tiene mucho que cargar, muchas culpas, muchos pecados que redimir, y no logra hallar el lugar donde descansar. Me interesaba mucho que el ataúd también se convirtiera en una especie de personaje. Es lo último que le queda al protagonista como misión de vida, llegar a su destino y enterrar a su hijo. Pero eso significaría poner fin a ese duelo y cerrar un círculo que quizás no está preparado para asumir.
La estructura de la película encaja en la tradición de las ‘road movies’, aunque también tiene esencia del western y juega con lo sobrenatural. ¿Cómo encajó todos estos géneros formalmente?
Pues sí, la película desde su guion estaba concebida como una especie de ‘road movie’. Los elementos sobrenaturales también estuvieron ahí desde el inicio, ya que se ubica en el México rural, con todas estas leyendas y supersticiones. El western se fue desvelando para mí conforme entramos en preproducción y fuimos definiendo cómo se tendría que ver esta película. Creo que este aspecto se fue integrando de manera orgánica, no era un propósito hacer una mezcla de géneros, pero nos sirvieron para contar esta tragedia.
La presencia del diablo impregna la trama de una atmósfera maligna. ¿Es una fuerza externa, un peligro real o algo que habita en el propio protagonista?
Me interesaba abordarlo más que nada como este lado maligno, como una personificación de la maldad. A veces decimos que a uno se le ha metido el diablo dentro cuando no sabemos distinguir las consecuencias de nuestros actos, y el espectador puede sentir cierta afinidad por esta sensación. Aunque no la vemos en pantalla, mi objetivo era que existiera esa presencia, que, se sintiera y se le temiera a pesar de no verla. Creo que, en realidad, el diablo es algo que habita, claro, en la mente del personaje, pero sobre todo me interesaba que habitara en la mente del espectador.
Y con todo, Carlos, ¿es esta una película sobre la pérdida de la fe o más bien sobre la posibilidad de encontrarla en los lugares más inesperados?
Es una gran pregunta. Yo creo que son las dos cosas. Juan acaba abandonando la fe por tanto sufrimiento que padece, pero, al mismo tiempo, quería que la película abriera una puerta a la esperanza, una posibilidad de que, cuando todo se ha perdido, siempre simboliza el inicio de algo nuevo. Es el público quien debe juzgar si, en el fondo, renace en Juan la fe o en realidad nunca la tuvo. Pero esa fe no siento que deba ir apegada a ninguna creencia religiosa. Es una fe que va más bien apoyada en la propia humanidad, en la bondad, en confrontar el lado oscuro y seguir andando el camino mientras quede vida.
Más allá de la guerra, este relato nos habla de las heridas del pasado y de abrirse paso entre sus propias ruinas. ¿Se puede aplicar en un sentido más amplio sobre México o sobre cualquier nación marcada por la violencia?
Creo que sí. Contar historias que tengan que ver con nuestro pasado nos interesa porque es un reflejo de lo que somos en el presente y porque podemos ver destellos de nuestras vidas en ese contexto anterior. El México de este siglo está azotado por la violencia, por las guerras del narco y por el crimen organizado. Pero no era mi intención hacer una crítica social ni un reflejo de la actualidad. Siempre quise contar una historia conmovedora, que pudiera generar distintas emociones, sin una actitud de señalamiento. Sin embargo, eso creo que se da de manera inevitable. Las historias terminan conectando con las mismas preocupaciones de sus realizadores, y en este caso no es la excepción. Yo creo que por algo esta película viene a contarse en este momento y no en otro.
‘El diablo en el camino’ compite en la Sección Oficial. ¿Con qué expectativas afronta su paso por el Festival de Málaga?
Me produce una gran emoción, este proyecto me ha acompañado por más de media vida, ha tenido que madurar, esperar y sufrir conmigo para finalmente realizarse, y es cumplir un ciclo. En Málaga hacemos la premiere mundial de la película y esperamos que traiga una muy buena distribución, tanto en México como de manera internacional. Este Festival es sin duda un escaparate importantísimo para el cine iberoamericano, es un triunfo estar seleccionado entre películas de tanta calidad, yo ya me siento ganador con esto. Estamos ansiosos de ver cómo el público la recibirá y esperamos que la disfruten muchísimo. Agradezco de corazón esta invitación y deseamos tener la mejor de las proyecciones en el concurso.
‘El diablo en el camino’
Tras ser herido en la Guerra Cristera en 1926, en la que peleó como mercenario del Ejército Federal, Juan deserta de la batalla. Años más tarde, sufre la muerte de su hijo, Jesús. Esta tragedia obliga a Juan a cargar el ataúd para enterrarlo en Porvenir, el pueblo donde yace la tumba de su esposa. En su travesía, debe cruzar un devastado país y perderse en caminos acechados por el diablo.
VIERNES 21 TEATRO CERVANTES 17.00 HORAS