Protagonista Ana Asensio
La cineasta Ana Asensio presenta ‘La niña de la cabra’, una historia sobre las cuestiones de la vida que se plantean en la niñez
Jesús Zotano
Estrena su segundo largometraje tras ‘Most Beautiful Islad’. ¿Cómo lo afronta?
Estoy muy, muy emocionada, la verdad. No me puedo imaginar un estreno más perfecto. Es una película muy española y el público español es el que mejor va entender la historia y todos sus detalles.
Asegura que el motivo de este regreso y de esta película es revivir esa infancia tan presente todavía en usted…
No sé si a todo el mundo le pasa lo mismo, pero la infancia es un lugar al que muchas veces volvemos por recuerdos que nos llevan a esa etapa. Sobre todo, a esos primeros conceptos que te llegan en la infancia, como qué es el amor, el respeto, la tolerancia, el juego… Conceptos que a lo largo de la vida se van modificando, pero sobre los que muchas veces volvemos a pensar. La infancia es una etapa de descubrimiento que siempre he tenido muy presente.
La infancia se recuerda como una etapa feliz, aunque también hay drama, tragedia y preocupaciones que el tiempo se encarga de eliminar de nuestra memoria...
Creo que en la infancia hay también muchísimo sufrimiento. Lo que pasa es que es muy espontáneo y muy pasajero. Al ser una etapa en la que estás aprendiendo y descubriendo tanto, los sufrimientos, aunque están ahí y son igual de profundos y sinceros, se gestionan de otra manera.
En la vida de Elena, la protagonista de su historia, sus principales preocupaciones son la iglesia, porque está a punto de realizar su primera comunión, y la muerte de su abuela.
Tradicionalmente, en la iglesia católica, los curas hablaban tanto a los niños como a los adultos con las mismas palabras, con las mismas formas. Eso fue muy impactante para mí como niña, porque no entendía nada de lo que estaban diciendo. Si a eso le sumas la desaparición de su abuela, que no entiende a dónde se ha ido, pues aviva en ella muchas cuestiones existenciales que aparecen por primera vez en su vida. Y comienza a cuestionar su fe, la religión y el misterio de la vida en sí.
Y después está Serezade, la niña gitana que vive una vida tan distinta a la de Elena…
Son dos niñas de la misma edad, con la misma ingenuidad, con la misma ilusión y alegría, pero que han sido educadas en dos lugares diferentes. Lo que pasa cuando eres niño es que crees que todo lo que tienes en tu casa es lo mismo que tienen todos los demás. Si todos los días cenas espaguetis con carne, pues piensas que todos los niños cenan lo mismo. No te planteas que cada casa es diferente. Y a los niños les choca cuando descubren que hay otras formas diferentes de hacer las cosas en las familias. En este caso es muy impactante para Elena encontrar una niña mucho más libre de lo que es ella. Porque tiene una vida más nómada…
¡Y tiene una cabra!
¡Y tiene una cabra! Y a Elena no le dejan tener ni un pez [risas].
¿Cómo fue trabajar con Alessandra González y Juncal Fernández, las niñas protagonistas?
El proceso de casting fue una locura. Recibimos vídeos de unas 600 niñas. Alessandra apareció en el segundo día de visionado de vídeos y el corazón me dio un vuelco. De inmediato dije: “Es ella”. Era muy chiquitita, tenía 7 años. Casi no habló en la prueba que le hicimos, pero sus ojos me dejaron fascinados. Fue un flechazo. Y con Juncal me pasó lo mismo. En el vídeo que envió me dejó sorprendida. Tienen personalidades opuestas, que era lo que buscaba. Fue fascinante descubrirlas y luego juntarlas. El trabajo con ellas ha sido muy bonito.