Protagonista Elena Martín Gimeno
La actriz, guionista y realizadora Elena Martín Gimeno recibe esta noche el Premio Málaga Talent a su prometedora trayectoria
Jesús Zotano
¿Cómo recibe este galardón que le concede el Festival en colaboración con La Opinión de Málaga?
Pues con muchísima ilusión. Porque aquí empezó todo cuando estrenamos ‘Júlia ist’. Vimos como la película fue acogida por la crítica y, además, nos llevamos las biznagas a mejor película y dirección de Zonazine. Eso permitió que luego la cinta se estrenara en salas e impulsó mi carrera. A partir de Málaga, todo fue muy rodado.
Este premio le recuerda que le queda mucho buen cine por ofrecer a los espectadores. ¡Vaya compromiso!
Imaginas que salgo a recogerlo y digo que a partir de ahora voy a ser panadera…[risas]. No siento ninguna presión. Es evidente que estas cosas se hacen siempre desde lo positivo. Es una celebración y no siento que nadie me esté apuntando a la cabeza. Es un privilegio muy grande y lo recibo como algo muy bonito. Es muy bonito que alguien te diga que quiere ver más cosas tuyas. En general también, por parte de los espectadores y espectadoras, cuando una persona te dice que tiene ganas de ver lo próximo tuyo, eso da mucho sentido a las cosas que haces. Simbólicamente, este premio me hace también mucha ilusión por todos los amigos y amigas que lo han recibido antes.
Entre ellos, Pilar Palomero, Carla Simón, Los Javis, Oliver Laxe, Carlos Marqués-Marcet… ¿Se siente perteneciente a esta nueva generación de realizadores, a esta nueva forma de hacer cine?
Claro, aunque nuestras películas sean como un huevo y una castaña, me siento parte de esa generación. Además, la mayoría de las personas que has nombrado somos muy amigas y nos acompañamos en los proyectos. Nos contamos los procesos, nos leemos los guiones, vemos versiones de los montajes… Al final tienes una sensación de hacer las cosas juntas.
¿Tiene a alguna dedicatoria en especial: una profesora, una compañera, una cineasta que haya marcado de alguna manera su vida?
No tengo escrito lo que quiero decir. Llevo días procrastinando porque siempre me pasa lo mismo: cuando sé que voy a tener un micro delante me siento muy responsable. No es algo habitual, aunque en nuestra profesión lo damos por hecho porque siempre presentamos las cosas de cara al público. Pero para muchas amigas mías que se dedican a otras cosas, mi hermano o mis padres, es un poco friki que te pongan un micro y que la gente te escuche. Siempre pienso mucho lo que voy a decir. Es evidente que tengo a mucha gente a la que agradecer. Es tan amplia la lista que solo podré hacerlo en general. Realmente, mi experiencia contando historias, formándome y en el cine ha sido siempre muy colaborativa. Siento que he sacado mucho provecho de hacer cosas con otros. Desde mi colectivo de teatro hasta los profesores de la universidad, mis amistades que no se dedican al cine… Al final, una persona es todas las personas con las que se ha encontrado y con las que ha crecido. ¡Ni me imagino a la gente que le dan un premio honorífico cuando se jubila! ¿Qué haces en ese caso? ¿Hablar dos horas seguidas? [risas].
¿Y no recuerda el primer impulso que le llevó a encaminar sus pasos hacia las artes escénicas y finalmente al cine?
No sé decirte un único impulso, porque creo que, además, se dieron varias casualidades. Mis padres me cuentan, y hay pruebas fílmicas de ello, que me gustaba mucho coger las cámaras que mis tíos llevaban a los encuentros familiares. Siempre acababa quitándoles la cámara para hacer de reportera o grabar una obra de teatro con mis primos… Siempre me ha gustado mucho la narrativa. No es que ame el cine porque me parezca más bonito que el teatro o la literatura. No tengo una preferencia por una disciplina u otra: me gusta mucho comunicarme, contar historias y que me las cuenten. Por eso también me gusta cambiar de rol y contar historias desde muchos sitios distintos. Ese impulso sí lo tengo desde pequeña. Pero luego, hacer cine y teatro fue en parte por la casualidad de que al lado de mi casa abrieron una escuela de teatro. Era una niña muy tímida y con muchos complejos, y cada vez que me apuntaba a algún deporte llamaban a mi madre porque no hacía nada. Entonces mi madre pensó que podía funcionar en la escuela de teatro. Y aunque al principio lo pasé fatal y me desapunté, en el colegio me hice amiga de Laura Weissmahr, que acaba de ganar el Goya a mejor actriz revelación, y cuando le conté que había estado en una escuela de teatro me dijo: “¡Apuntémonos juntas!”. Y volví a engancharme. En paralelo, en casa recuerdo que veíamos muchas películas: íbamos al videoclub para alquilar películas para todo el fin de semana. Después decidí estudiar comunicación audiovisual porque, básicamente, unía muchas disciplinas. No quise ir ni al Institut del Teatre ni a la ESCAC porque estaban enfocados en una sola cosa.
Aunque le apasiona contar historias, también ha confesado que no va a hacer otra película si no tiene nada que contar. ¿En qué momento creativo se encuentra?
Sigo pensando lo mismo [risas]. Existe el precioso trabajo de coguionista. De escribir con alguien su idea, no la tuya. O trabajar de actriz, que es ponerse al servicio de la idea de otro. O yo qué sé: el año pasado, por ejemplo, hice de script a un amigo que hacía su primer cortometraje. Pero si no tengo algo que contar que me mueva verdaderamente, que pueda aportar algo honesto, interesante…, hay tantísima gente con talento y con buenas ideas... Pues mejor ponerse al servicio de otro. El año pasado pensaba que estaba seca, pero ahora sí que tengo muchas ganas. Al final creo que lo que pasa es que necesitas vivir cosas, aprender, volver a quedar con tus amigas, volver a sentir… Y así te vuelven a pasar cosas y te vuelven las ganas de hablar de algo. Pero hasta que eso no pasa, para mí no tiene mucho sentido ponerme a escribir.
¿Encontrar esa verdad o esa historia que le conmueva es su compromiso como autora?
Totalmente. Y que a mí me conmueva puede significar muchas cosas, porque puede ser una noticia en el periódico que me impulse a seguir investigando sobre ella para contarla. Pero es que siento que hay tanto contenido y somos tantas personas haciendo cosas en muchos formatos… Hay mucho que ver: se acumulan las películas, las series, las entrevistas que leer... Pienso que eso es precioso, pero si tienes respeto por las otras personas y las otras miradas, creo que tienes que ponerte a hacer algo que que sea importante para ti.