Protagonista Matilde Tute Vissani
La cineasta argentina presenta a competición su primer largometraje, un relato sobre el paso de la niñez a la adolescencia
JESÚS ZOTANO
¿Cómo se siente ante el estreno en Málaga de su primer largometraje?
Primeramente, muy emocionada. Es mi primera película y ha sido producida en un contexto muy independiente: prácticamente por cinco amigas que decidimos hacer una película, aunque después se sumó algo más de gente. En parte no esperábamos llegar tan lejos y estamos súper contentas de poder compartir la película en Málaga y disfrutar del Festival.
¿Es cierto que la idea de esta película nace mientras cursa sus estudios de imagen y sonido en la Universidad de Buenos Aires?
El germen está en unas amigas de la carrera en la universidad que queríamos hacer una película. En el último año de estudios se fue gestando. Trabajamos bastante sobre nuestras propias infancias y a partir de ahí fuimos construyendo el guion con la idea de retratar el paso de la niñez a la adolescencia, sobre todo desde la perspectiva de la infancia femenina. Hablando de cosas que, según nuestras experiencias, no se compartían o quedaban ocultas.
Una infancia que transcurre en los años 90, años en los que Disney reconquistó al mundo con películas como ‘La Bella y la Bestia’, ‘El Rey León’, ‘Aladdín’, ‘Pocahontas’…
Sí, los años 90 fue la época en la que nosotras fuimos niñas. Y Disney fue como una especie de símbolo de ese proceso de ingreso de toda la cultura estadounidense en Argentina, donde, al mismo timepo, desconoce la propia identidad cultural. También, a nivel económico, fue la época de la convertibilidad, del uno a uno, y era muy común que las familias argentinas de clase media viajaran a Disney, en los Estados Unidos. Y mucha parte de nuestra formación, al menos la mía, tuvo poco que ver con eso, por decisión, claro está, de mis padres. Realmente, nunca fui a Disney. Además, en la infancia pasan otras muchas cosas que no son precisamente un cuento de princesas con final feliz.
Se suele decir que Disney ha causado mucho daño en el imaginario colectivo porque sus mundos idealizados no tienen nada tiene que ver con la realidad.
Claro. Pero no solo Disney, también en los noventa se instalaron modelos que generaron mucho daño. Por ejemplo, las propuestas de modelo de belleza hiper delgado que causaron muchos problemas de anorexia. Ser mujer en aquella época era tremendo. Y si no eras un fideo y medías más de 1,70, estabas fuera. En los últimos años ha habido una ruptura de todo eso y una aceptación más inclusiva, que entiende que el ser humano es más variado de lo que intentan imponer esos modelos hegemónicos.
La protagonista de su película, Lucía Martínez, ha resultado todo un hallazgo. ¿Cómo la encontró y cómo ha sido trabajar con ella?
Lucía fue una perla en el océano. Realizamos un proceso súper independiente de casting. Sabíamos que íbamos a filmar en la costa argentina, principalmente en San Bernardo y La Lucila, un poco porque teníamos ganas de realizar un trabajo fuera de la ciudad en la que vivimos y para poder construir este universo menos contaminado. Así que realizamos unas sesiones de casting muy abiertas, también porque buscábamos bastante gente, y Lucía nos conquistó desde el primer momento. No tenía experiencia, pero trabajaba como una profesional. Era muy fácil pedirle cosas. Lucía era muy consciente de las particularidades de trabajar en el cine. Fue muy hermoso y divertido trabajar con ella y con todo el elenco. Fue una cosa de las que más disfrutamos de hacer la película.
Solemos recordar la infancia como una etapa feliz, aunque lo cierto es que también se viven momentos muy duros.
Uno va creciendo y la vida de adulto se hace más compleja, te exige muchas cosas… En el mejor de los casos uno recuerda la niñez como una de las etapas más felices. Pero como toda etapa de la vida: siempre hay sufrimiento y cosas que superar. La niñez es un periodo en el que estamos muy influenciados por todo lo que nos rodea. Estamos muy anclados en nuestro núcleo familiar y no decidimos por nosotros mismos. Justamente, la película refleja ese punto de quiebre y era nuestra intención mostrar eso: hay muchas cosas que por ser niño o niña los adultos no te dicen. También creo que dejar la infancia es un momento de duelo. Porque crecer significa afrontar esos nuevos desafíos y encontrar la forma de estar en el mundo adulto.
Hay mucha cinematografía que reflejan el paso de la infancia a la adolescencia. ¿Ha tenido algún título como referente principal?
Sí, una película que vimos mucho, sobre todo para pensar cómo trabajar con la cámara y no perder la frescura de las actrices y actores, fue ‘Verano 1993’, de Carla Simón…
Película que ganó la Biznaga de Oro del Festival de Málaga en 2017…
Amamos esa película. Nos encantó. También vimos ‘The Florida Project’, de Sean Baker, por una cuestión de ver cómo armar los vínculos entre los niños. También me ha pasado que, después de terminar la película, he encontrado cosas que se repiten en otras películas, sobre todo en filmes argentinos dirigidos por mujeres, como el tema de la menstruación, algo de lo que no se hablaba en nuestra infancia. Estas coincidencias me encantan. En un punto, creo que los seres humanos estamos más conectados de lo que pensamos. No somos tan individuos, sino que la red de pensamientos fluye y, obviamente, hay cosas que necesitan ser mostradas en muchos lugares del mundo al mismo tiempo. Y me encanta encontrar esas conexiones en el cine.
‘Nunca fui a Disney’
Unas vacaciones más que Lucía pasa en San Bernardo. A sus once años y fuera de temporada, ese pueblo costero desolado junto a su mamá y su hermanita no parecen ser el mejor plan. Su madre intentando separarse y el contexto de crisis no ayudan. Pero el quiebre en su familia y ese entorno aparentemente vacío empujan a Lucía a descubrirse a sí misma y al mundo que la rodea, a transitar el final de su niñez y el comienzo de su adolescencia. DOMINGO 16 TEATRO CERVANTES 16.00 HORAS