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Una vida de sueño gracias al cine

Una vida de sueño gracias al cine

Gala
03.03.2024

El Festival de Málaga y la Academia entregan el Premio Ricardo Franco a Ana Alvargonzález por su impecable labor como directora de arte

TAMARA HARILLO

 

No estudió Bellas Artes porque, el año que le tocó matricularse en la universidad, cambiaron el sistema de acceso y no le dio la nota. Pero anoche Ana Alvargonzález revalidó ‘cum laude’ su sobresaliente trayectoria en el mundo del cine como directora de arte con el Premio Ricardo Franco, que otorga el Festival de Málaga junto con la Academia de cine a los perfiles técnicos de nuestra industria. 

El galardón del certamen que reconoce la dedicación y profesionalidad de los que hacen posible la magia de este oficio tras las cámaras ha recaído en esta 27 edición en una enamorada del cine, capaz de dar forma a cualquier idea de guion y convertirla en escenarios de película. Así lo destacó la actriz Noemí Ruiz, encargada de conducir la gala en el Cervantes, que en la presentación del acto repasó el extenso y brillante expediente de Alvargonzález, con más de 50 títulos en su haber: desde películas con Aranda, Saura o Villaronga hasta superproducciones como ‘Juego de Tronos’. 

No quisieron perderse esta gran noche algunos compañeros de la homenajeada, que subieron al escenario para dedicarle palabras de cariño. El primero, el director Juan Luis Iborra, que arrancó su discurso entonando el pegadizo estribillo de ‘Estar enamorado’ de Raphael. El cineasta destacó la maestría de la directora de arte, con la que trabajó en sus inicios, y responsable de los decorados de su película ‘Tiempos de azúcar’. Se asomó también por el atril el director de producción Llorenç Miquel, que definió a la premiada como su “mejor competencia”, una rivalidad sana que empezó en la única película en la que han coincidido y que acabó cuando decidieron formar juntos una familia. La productora Isona Pasola se refirió a ella como una referente que allanó el terreno a las mujeres en la dirección artística a principios de los ochenta, mientras que el director Eugenio Mira acertó en valorar la sensibilidad artística, el sentido de la curiosidad, la inagotable entrega y la calidad humana de Alvargonzález. 

Ya solo quedaba que el presidente de la Academia, Fernando Méndez-Leite, le entregara la merecida Biznaga a la protagonista, que la recogió emocionada entre los aplausos del público. Poco más añadió Alvargonzález después de besar y abrazar a los suyos: agradeció la distinción al festival y se lo dedicó a sus maestros, a los equipos con los que ha trabajado y a su familia, con una enorme sonrisa y haciendo gala de la modestia y la cercanía que la caracterizan. 

Y pensaría mientras abandonaba el escenario en esa carambola burocrática que la llevó a estudiar Audiovisuales, porque, a veces, el destino intercede de las más insospechadas maneras para llevarte por el camino acertado. Contaba la directora de arte en el encuentro con la prensa previo a su gala de homenaje que su vida ha sido un sueño gracias al cine. Desde anoche, ese sueño tiene, además,  forma de Biznaga.