La veterana actriz recibe el premio Ciudad del Paraíso por la imborrable huella que ha dejado en nuestro cine
TAMARA HARILLO
Más de cincuenta películas, multitud de obras de teatro, trabajos para la radio y la televisión y portadas de revista. La imprescindible María Luisa San José nos ha dejado en la cinematografía patria una herencia dorada en más de medio siglo de carrera que incluye títulos icónicos, como ‘El diputado’, ‘Pajarico’ o ‘Tormento’. Y por esta impagable contribución, el Festival de Málaga le hizo entrega anoche del premio Ciudad del Paraíso, que recogió emocionada y agradecida con un oficio que le ha permitido tener una vida de película y hacer realidad su sueño de infancia: ser artista.
La intérprete chilena Elisa Zulueta condujo esta gala de homenaje en el Teatro Cervantes, en la que se repasó la extensa filmografía de esta musa eterna de la Transición. San José puso su bello talento al servicio de películas necesarias que sirvieron de cimientos para la industria audiovisual incipiente, poniéndole comedia y color a nuestro pasado más gris y abriéndonos en la gran pantalla la puerta a la moderna libertad.
De todo esto se acordaron los amigos que la acompañaron en esta gran noche, entre los que se encontraba Fernando Méndez-Leite. El presidente de la Academia destacó de la galardonada su lucha por los derechos de los trabajadores del sector y por la igualdad, definiéndola como una “mujer todoterreno” con tal dominio de la interpretación que sigue deslumbrando sobre los escenarios y delante de la cámara.
En los mismos términos se refirió el barítono Carlos Álvarez, que se deshizo en elogios hacia San José, recordando incluso uno de los primeros consejos que recibió de ella en sus inicios y que tenía que ver con el esmero en la dicción. Y cerró el turno de intervenciones el crítico de cine Luis Alegre, que reivindicó su capacidad de sobrevivir a las etiquetas reductistas y alabó el impacto que su legado ha provocado en la vida de muchos y en el cine de todos. “Ella era la chica que todos soñaban”, remató acordándose de las palabras de Sacristán, con el que formó un tándem infalible.
Y con la elegancia y la clase que la caracterizan, subió a las tablas, su hábitat natural, la protagonisa de la cita, para brindarle el premio al público. Y después de pasar por el atril, en el que se confesó sobrepasada y orgullosa por toda (y a pesar de toda) su trayectoria, besó la Biznaga con el mismo cariño y cuidado con el que siempre ha tratado a sus personajes, desde la mitológica Medea hasta “la señorita de mala compañía”, y como hacía también cuando recogía el celuloide en su trabajo como reveladora en la Madrid Films. Por aquel entonces, San José se decía a sí misma que algún día lograría hacerse hueco entre los mejores. Ayer, ante el caluroso aplauso del público, pudo atestiguar que lo había cumplido con creces.