El Festival culmina esta histórica edición con una gala de clausura llena de emoción en la que los premiados recibieron sus Biznagas
TAMARA HARILLO
Cantaba El Kanka a su paso por la alfombra anoche, ukelele en mano, su mítico tema ‘Sí que puedes, que nadie te diga que no’, que venía a anunciar, a modo premonitorio, la emoción que marcaría el guion de la gala de clausura del Festival de Málaga. Ayer, en el Cervantes, el certamen despidió su 28 edición, una cita histórica con récord de títulos participantes que han dado muestra de la diversidad de miradas que componen el audiovisual en español.
Serán esas “cosas de los vivientes”, que diría también el cantautor malagueño, las que nos hacen sentir ese lenguaje universal que bien vale las Biznagas de Oro. Desde las coloridas calles de La Paz de ‘El ladrón de perros’, hasta la integradora propuesta de ‘Sorda’, el jurado del Festival ha premiado cintas que colocan la cámara y el corazón en el lado más humano, historias que nos enseñan que hay otras realidades y otras maneras de vivirlas y que todas caben en esta gran pantalla.
Esta velada para el recuerdo arrancaba con la nota divertida que le insufló el actor Salva Reina que, acompañado de la comunicadora Elena Sánchez, se encomendó al gran Chiquito de la Calzada para que la ceremonia saliera de película. Los dos presentadores contaban con un arma secreta para hacer que la cita fuera lo más amena y rápida posible: un modificador de voz para los discursos extensos que, por suerte, no hubo que utilizar. Sí pulsaron, en cambio, un botón rojo que puso al teatro en modo fiesta por dos veces con la charanga ‘Los Mijitas’ y su música de celebración. Y así, actuaciones de María José Llergo, Xoel López y el propio Kanka mediante, pasaron por el escenario los premiados que componen el palmarés, un reflejo de la variada Sección Oficial de este año, por primera vez, con mayor presencia femenina.
Hubo pues tiempo para presumir del talento y la valentía de proyectos como ‘La furia’, o de reivindicar con conciencia de clase la trama de ‘Los tortuga’, dos de los títulos que más estatuillas han acumulado. La lectura de los galardones dejó momentos que simbolizan este abrazo entre culturas hermanas que es el Festival, como los premios ex-aequo a la mejor interpretación masculina. Mario Casas y Álvaro Cervantes subieron a las tablas de la mano y se dedicaron felices halagos a sus respectivos trabajos, en un bonito reencuentro que entrelaza una vez más sus carreras.
Unos instantes después, esta cariñosa magia volvió a desplegarse cuando Ángela Cervantes felicitó en lengua de signos a Miriam Garlo, con la que comparte el premio a mejor actriz. La protagonista de ‘Sorda’ aprovechó el micrófono para dar voz a la comunidad no oyente que cada día tiene que luchar para derribar las barreras de comunicación y los prejuicios, y pedir una cultura accesible para todos. “La diversidad, en todos sus sentidos, es riqueza”, resumió, como el mantra que lleva recitando este certamen desde 1994.
A esta necesaria petición se sumaron, primero, Salva Reina, que se puso las gafas del cartel para pasearse entre las butacas y nos invitó a quitarnos los cristales “de ver de cerca que nos impiden ver al otro, al diferente, al que piensa distinto”; y por último, cerrando las intervenciones, Eva Libertad, directora de la película triunfadora, que celebró todas las diferencias y nos recordó que el cine siempre es un arte colectivo que precisa de todos los perfiles.
Y así, con el aplauso unánime del público y la felicidad de los participantes, el Festival apagó el proyector de esta edición, con la satisfacción de haber cumplido de nuevo con su misión de reunir bajo un idioma único, el del cine, todos los acentos y todos los formatos. Porque Málaga es la pantalla que nos une y así lo demostrará, otra vez, la próxima primavera. Ya tenemos fecha para la 29. Hasta entonces, nos vemos en el cine.