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Lola Salvador, cine en cada palabra

Lola Salvador, cine en cada palabra

18.03.2025

El Festival de Málaga y la Academia de Cine entregan a la veterana guionista el Premio Ricardo Franco por una vida consagrada a la escritura

TAMARA HARILLO

El Premio Ricardo Franco que concede el Festival de Málaga junto a la Academia de Cine lleva en esta 28 edición el nombre de una protagonista imprescindible de nuestra cinematografía cuya contribución trasciende la pantalla. Lola Salvador recogió ayer este reconocimiento por el legado incalculable que nos ha dejado (y que siga haciéndolo) en forma de guiones durante los más de cincuenta años que lleva consagrando su alma a la escritura. Desde ‘Barrio Sésamo’ a títulos icónicos como ‘Las bicicletas son para el verano’, Lola ha puesto su firma a la historia de este país a través del cine, la radio, la televisión y la literatura, haciendo de este oficio, el de plumilla, al que siempre quiso dedicarse, un modo de vida tan divertido como comprometido con las causas justas, con el único fin de alargar la infancia y la ansiada sensación de libertad que tienen innata los niños. Porque, para Lola, la vida, como el cine, es eso: un juego en el que hay que entregarse con todo. 

De esta manera de ser y de sentir dieron buena muestra ayer sobre las tablas del Cervantes el grupo de conocidos que la acompañaron en su gran noche. El primero en asomarse al micrófono del atril fue el realizador Fernando León de Aranoa, que, aunque ya supiera lo que es recoger Biznaga en Málaga, no pudo contener la emoción al hablar de su admirada maestra y amiga. Intimidado por tener que piropearla sabiendo que no le gusta, el cineasta la definió como un “aula en un garaje”, haciendo referencia a sus primeros encuentros y destacando su incansable lucha por profesionalizar, a golpe de institución y sindicato, esta colectiva tarea del audiovisual, sobre todo para los más invisibles. Tomó también la palabra Lola Franco, hija del mítico creador que presta la esencia a este galardón, para recordarle a la homenajeada la curiosa ironía que posibilita este certamen al valorar, en el nombre de su padre, a tan destacados profesionales. Sobre el carácter indomable de Lola nos ilustró Carlos Molinero, una mujer valiente capaz de apaciguar las fordianas maneras del mismísimo John Wayne. Y cerró el turno de intervenciones Cecilia Bayonas, una de sus hijas, que se limitó a tomar una foto del público, para inmortalizar este bonito recuerdo.

Solo le quedó a Méndez-Leite entregarle a Lola Salvador la estatuilla, que sorprendida subió al escenario para agradecer este detalle con una nota dirigida a su amigo Ricardo Franco. “Cuando te recuerdo aparece una sonrisa en el papel”, confesó la guionista en un texto en el que repasó emotivas anécdotas con él y en el que nos recomendó, a modo de consejo, no olvidar ni a nuestros seres queridos ni nuestro pasado. Y se despidió entre aplausos como solo ella puede hacer, poniendo un punto y final irrechistable. “Ya me callo. Ahora viene lo bueno: una película”. Y así se llevó el premio, otro más, en compañía de los suyos y con una cara de felicidad que evidenciaba que, a sus 86 años, sigue pasándoselo pipa en esto del cine. Afirmaba en su vídeo de homenaje que nunca ha pretendido ser la guionista más famosa de España. Lo sentimos, Lola. Ese quizá sea el único objetivo que hayas cumplido.