Protagonista Glorimar Marrero
Glorimar Marrero Sánchez debuta en Sección Oficial con un relato sobre el duelo, la identidad y el colonialismo ambientado en la isla de Vieques
Participa en Sección Oficial con su ópera prima, ‘La pecera’, una mirada personal al anticolonialismo. ¿De dónde surge la idea para esta su primera película?
Luego de realizar varios cortometrajes que ganaron algunos premios, quise explorar con la escritura de un largometraje. El año 2013 fue muy importante para mí, porque a la vez que estaba con esta búsqueda, mi mamá, que padecía cáncer de colon, murió. Esa pérdida y ese dolor inmenso fueron un proceso muy visceral para el abordaje del duelo, así que decidí desarrollar un largo sobre su enfermedad, pero trabajado desde un punto de vista que no fuera biográfico. Quería mostrar otros temas como el colonialismo y aportar una mirada que combinara la metáfora del cuerpo de una mujer como un espejo de la enfermedad latente de Vieques, cuya contaminación es producto de la actividad bélica de la Armada estadounidense. El guion se gestó de una manera bien pausada, yo era autodidacta y tenía muchas lagunas, así que trabajé asesorías de guion y dirección que me ayudaron mucho a prepararme. Como sabía que era un proceso largo, escogí temas que fueran vitales para mí.
La película se desarrolla en esta isla paradisíaca, que durante años fue usada como campo de experimentación armamentística de Estados Unidos. ¿Cómo ha afectado esto a su idiosincrasia?
El viequense a nivel de forma de ser es un boricua todavía más resistente. Vieques funciona como una colonia dentro del archipiélago puertorriqueño, es una isla que está al este y allá la actividad del ejército americano y sus consecuencias es un asunto principal. Todavía hay artefactos bajo tierra, hay contaminación en el aire, la tasa de incidencia del cáncer es altísima… Todo eso los convierte en gente de extremo valor y supervivientes con mucho sentido del sacrificio. Quedarse en Vieques, a pesar de todo, es una decisión política de lucha y de resistencia. Son muy conscientes de la tierra en la que están y su sentido de comunidad es muy férreo.
Hila la trama a través de un paralelismo entre la situación de la isla con la de la protagonista, Noelia, una enferma de cáncer que ha decidido no tratarse más. La autodeterminación como derecho es extrapolable en ambos casos, ¿no?
Totalmente. Noelia, como paciente terminal, decide agarrarse a ese derecho que le ha sido negado, como al pueblo de Puerto Rico en su conjunto. Ella representa el ejercicio de esta autodeterminación y la manera en la que luce y se manifiesta. Para mí era importante hablar también del contraste que esto produce y abordarlo desde la desigualdad en las relaciones políticas entre Estados Unidos y Puerto Rico.
Aborda también la sobreprotección de los enfermos, sus atosigantes cuidados y el respeto a su voluntad. Curiosamente, en este caso no se aplica la metáfora, ya que esa atención excesiva no se presta en Vieques. ¿Cuánto hay de crítica hacia el abandono internacional?
Yo quería contar nuestra historia como puertorriqueña y hablar de la negligencia que todavía existe acá. Este mayo se cumplirán veinte años desde que la Marina salió de Vieques y su presencia aún sigue latente en el ambiente. A través de la historia hay una visualidad muy concreta de ese espacio natural donde todavía quedan bombas y búnkeres. Como autora hay una intención de desvelar eso para que el mundo lo vea, además de hablar de la responsabilidad internacional en esta situación. También es un abandono por parte de las autoridades puertorriqueñas: no hay un proyecto de país que pueda atender las necesidades viequenses acumuladas por décadas. Los intentos y esfuerzos vienen únicamente de sus propios habitantes.
‘La pecera’ es una historia de mujeres fuertes, que no se rinden y hacen valer sus decisiones, siempre con espíritu y valor. Qué necesarias son estas referentes a veces invisibles, ¿verdad?
Así son las mujeres puertorriqueñas. Trabajadoras, luchadoras, con una fuerza interior bien notable y mucha expresividad. Hay una composición de muchas mujeres en la película que existen de verdad, quería hacerlas visibles a través de esas actrices. Son parte de la fuerza que tenemos allá, son el motor que nos ayuda a seguir. Y ellas son las que crean los lazos necesarios para sostener a las comunidades.
Y con todo, Glorimar, ¿qué mensaje le gustaría que calara en el público al ver la película?
Creo en la libertad de la audiencia para procesar y sentir lo que quiera. Pero si alguien sale del cine y piensa que tiene derecho a morir como le dé la gana, o siente la curiosidad de investigar más sobre Vieques y todo lo que pasó allá, pues mira, yo ya me daré por satisfecha porque estos son los dos temas troncales de la película. Abro una puerta narrativa a las historias del Caribe, a lo que somos, pero sin la intención de imponer una idea a nadie.
Como representante de Puerto Rico en este Festival que celebra el cine latino a ambas orillas del Atlántico, ¿cómo definiría la industria audiovisual boricua?
Me atrevo a definirla como una gesta de arduo trabajo. Es una industria hecha de gente bien trabajadora, bien valiente y bien talentosa, a pesar de todas las vicisitudes que enfrentamos con la falta de recursos. En Puerto Rico tenemos unos incentivos al cine, pero muchísimas veces se le da prioridad a los proyectos que van de servicio. Por tanto, existe esta dicotomía entre las facilidades a la industria extranjera, a las grandes majors, y los cineastas nativos que trabajamos obras originales. Yo pertenezco a este último gremio y tardamos mucho en financiar los proyectos. Hacemos malabares todo el tiempo, pero somos jugadores constantes que nos buscamos la manera de sacar nuestros proyectos adelante. Yo opté por la coproducción porque así una película tiene otras ventanas de salida más rápidas y se da a conocer en más lugares. Somos una industria en desarrollo, pero a pesar de la crisis, la pandemia o los huracanes seguimos haciendo películas. Es un milagro, la verdad.
‘La pecera’ consiguió apoyo en Mafiz hace unas cuantas ediciones. ¿Qué supone competir en Málaga para usted?
Fuimos en 2018 a Málaga a hacer un pitch en Mafiz y fue un respaldo decisivo para el proyecto, que entonces estaba en proceso de desarrollo. Gracias a esto nos manifestamos como una coproducción, una vía indispensable para finalizar la película. Y todo nace de esta semilla, de las puertas que nos abrió este Festival. Para nosotros es un gran festejo estrenar la película aquí, en un lugar que tanto nos ha apoyado. Y queremos que sea una oportunidad para que otros proyectos vean que pudimos lograrlo. Me siento muy agradecida y es de aplaudir que el Festival sea una plataforma de esta magnitud para la industria.
Tamara Harillo