Protagonista Matías Bize
Tras competir el pasado año con ‘Mensajes privados’, el realizador chileno Matías Bize regresa al Festival con su nueva película, ‘El castigo’
El año pasado presentó ‘Mensajes privados’ en competición y recibió dos Biznagas. No suele ser habitual ver a un director dos años consecutivos en la Sección Oficial.
Sí, para mí también es sorprendente. Todo lo que pasó el año pasado con la película fue muy bonito. Y, claro, es un orgullo volver al año siguiente.
‘El castigo’ está rodada en un único plano secuencia. ¿Cómo determinó esta opción?
Mi primera película, ‘Sábado’, del año 2003, era también un plano secuencia. Y tenía muchas ganas de volver a hacerlo. Pero no quería que la técnica se comiera a la historia. Porque no quería hacerlo como un desafío técnico ni mucho menos. Quería sentir que la historia estaba mejor contada si lo hacíamos en plano secuencia. Y han pasado veinte años hasta que encontré esta historia con la que sentía que si la contaba en un plano secuencia sería una mejor película. Lo importante era que la historia llegara de una mejor manera al espectador. La historia surge con la guionista Coral Cruz, con la que ya había trabajado en ‘La vida de los peces’ y ‘La memoria del agua’.
La historia entra de lleno en un asunto de gran importancia como es la educación.
En el fondo es eso: cómo nos organizamos como sociedad y cómo nos organizamos como familia en la crianza. Pero la película, más que plantear recetas, plantea preguntas para que el espectador le vaya dando vueltas. Para que las digiera y reflexione sobre ellas.
El otro tema fundamental sobre el que pivota la trama es la maternidad. Más concretamente, la parte menos agradable de la maternidad.
Exacto. Existe una presión en la sociedad para que las mujeres sean madres. Luego para que sean madres felices y perfectas.
También se habla de la culpa y de cómo a veces no somos consecuentes con nuestros actos.
Esa era otra cosa que nos parecía súper interesante: algo que arrancó como un simple castigo se nos puede ir de las manos. Y luego aparecen la culpa y el qué dirán… Todo planteado como un thriller o una historia de suspense en la que se mezcla el drama de pareja, que es el sello de todas mis películas.
¿Fue complicada la planificación de este plano secuencia de más de 80 minutos de duración?
Fue un proceso muy bonito y muy largo. Hubo mucho trabajo de mesa de lectura con los actores para darle profundidad y reflexionar sobre la historia. Y luego había que pasar a la acción. A montar el plano secuencia. Para ello, fui varias veces al bosque de la película, un lugar increíble en el sur de Chile, que por un lado es hermoso y también amenazante. Montar la historia fue casi como montar una obra de teatro. Porque los ensayos no eran solo con los actores, sino con el camarógrafo, el foquista, el sonidista… Todos los que estábamos detrás de la cámara estábamos en los ensayos porque teníamos que resolver juntos esta coreografía. Rodamos siete tomas de la película, es decir, la hicimos siete veces. Y cada vez en un día distinto, ya que todo transcurre al atardecer, solo podíamos hacer una toma por día. Luego veía esa toma, tomaba notas y llegaba a la siguiente con las anotaciones y correcciones. De esta forma, cada día la película iba mejorando. Cada día, como si fuera una obra de teatro, íbamos puliendo cosas y profundizando en todo.
Hasta que a la séptima vez que rodó el ‘El castigo’ obtuvo lo que estaba buscando...
Rodamos siete tomas, pero finalmente me quedé con la sexta, la penúltima. Hicimos la séptima porque estaba planificada. Pero al final de la sexta, en la que salió todo increíble, yo casi estaba más preocupado de que nadie tropezase y se cayera que de otra cosa. Después, claro, después hubo una posproducción de imagen, de color, de sonido…, muy cuidada y muy meditada. Quería que resultara una película muy natural.
Una película rodada en una toma y en la que, además, no hay música.
Sí, no quería elementos accesorios, quería que la historia fuera muy cruda, muy real; que el espectador se sintiera como un ‘voyeur’ de lo que le está pasando a esa pareja. Por eso quería que estuviese muy despojada de todos esos elementos.
Por lo que cuenta, se percibe muy claramente el proceso artesanal del cine, algo que hoy ha quedado sepultado por tanta tecnología.
Así lo planificamos, como un trabajo muy artesanal y muy cercano al teatro. Aunque finalmente todo tenía que ver con empujar la historia, con contarla de la mejor manera, con que emocione… Por eso, cada día, cada toma era un viaje muy bonito.
Jesús Zotano